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29
junio 2016
Dr. J. Víctor García Giménez
Presidente de la Secció Col•legial de Metges d’Estètica del COMB
Que no te confundan con los "productos similares a …" (like en inglés), los famosos
"botox-like", "filler-like", "lifting-like" y
tantos otros. Habitualmente se trata de cosméticos y de todos ellos los que han
adquirido mayor protagonismo son los productos "botox-like", es decir
los que intentan reproducir la estructura y con ello la función de la toxina
botulínica.
La toxina botulínica es una
proteína, es decir una cadena lineal en este caso de no menos de 1200
aminoácidos.
En el caso de los productos
"botox-like", se trata de cremas, geles o fluidos, en definitiva
cosméticos, que contienen péptidos sintéticos, cadenas cortas (muy cortas) de
aminoácidos; habitualmente no más de seis, siete u ocho. Con esa reducida
estructura pretenden hacer tanto como la toxina botulínica, en definitiva interferir
la liberación de un neurotransmisor específico en las placas motoras para
desencadenar la contracción muscular, es poco menos que imposible.
El más conocido de esos
péptidos es el acetil hexapéptido-3, que como su propio nombre indica está
formado por 6 aminoácidos. Siendo posible la fabricación de estas sustancias,
nunca serán cadenas de más de ocho o diez aminoácidos porque de otro modo el
proceso de obtención las haría caras, demasiado costosas para un producto
cosmético.
Objetivamente (referencia
bibliográfica: International Journal Cosm Sci, 2002, 24, 303-310), la actividad
de estos productos se valora en AAUs (unidades de actividad antiarrugas) que
miden la atenuación de la liberación de neurotransmisores "in vitro",
en definitiva en placas de cultivo de laboratorio. Resulta que a la toxina
botulínica inyectable que utilizamos los médicos en España (comercializada como
medicamento únicamente con los nombres de Vistabel, Azzalure y Bocouture) le
corresponde una actividad de valor 12; y al mencionado hexapéptido una
actividad de 0,00030, lo cual significa que es 4000 veces menos activo que la toxina botulínica.
Y todo ello "in
vitro", o sea poniendo el producto directamente en contacto con un cultivo
celular. Debe tenerse en cuenta que en la práctica clínica habitual, es decir
"in vivo", la toxina botulínica (Vistabel, Azzalure y Bocouture) es
inyectada por el médico directamente en el músculo que desea tratar, para
relajar su capacidad contráctil; en tanto que el péptido, en el seno de un cosmético,
es aplicado sobre la superficie cutánea debiendo alcanzar, en virtud de una
determinada capacidad de penetración, la profundidad adecuada, es decir el
plano muscular.
Dicho lo cual, y
justificado, no es admisible que se diga que tales péptidos son una alternativa
a la toxina botulínica, "maquillando" la sustancial diferencia que
hemos acreditado con cuestiones como que son más seguros, más económicos, menos
dolorosos porque no requieren inyecciones, sin efectos secundarios, etc.; y
menos recurriendo a mentiras del tipo "efectos irreversibles" y
"puede conllevar deformaciones del gesto", referidas a la toxina.
Nos parece, cuando menos,
que se falta a la verdad de forma interesada; alguno hablaría incluso de
publicidad engañosa.
En cambio, sí son un tratamiento
complementario que debe ser tenido en cuenta por varias razones:
·
En la
consideración de tratamiento preventivo en pacientes muy jóvenes, incluso
menores de 18 años.
·
En el caso de
existir alguna de las contraindicaciones formales (muy pocas) de la toxina
botulínica.
·
En el caso de
rechazo "insuperable" a las inyecciones.
·
Porque, en
aplicación domiciliaria continuada, se pueden utilizar como refuerzo del
tratamiento estándar con toxina botulínica; y con ello amplificar el resultado
y/o prolongar la duración de los efectos, permitiendo distanciar las sesiones.
·
Porque pueden
representar una alternativa, ahora si, en casos de resistencia. Hay que
recordar que, en la población general, existe un 4-8% de personas con
resistencia biológica y clínica acreditada.
Tenemos asumido que, para
una mayor eficacia, en el proceso de fabricación de tales productos será
necesario el recurso a cadenas más largas de aminoácidos (en este caso, el
problema será posiblemente el precio del producto final), extremar la pureza de
los componentes, emplear liposomas o nanosomas (que permiten encapsular y
transportar mejor los principios activos), utilizar dosificaciones adecuadas,
etc.
Y los médicos podremos
contribuir mediante el empleo de sistemas que faciliten la penetración y
difusión de los péptidos en los tejidos. Por ejemplo, la microdermoabrasión
(con o sin cristales), los peelings químicos, la micropuntura (microneedling) y
la electroterapia de transporte (hidroelectroforésis, dermoporación, etc.).
Pongamos pues las cosas en
su justo lugar. Porque, como promotores que somos de la calidad asistencial y
la atención excelente al paciente en el ámbito de la Medicina Cosmética,
Estética y del Envejecimiento Fisiológico queremos que "no te den gato por
liebre".